martes, 6 de agosto de 2013

La misión de Juan Bautista

Lectio divina de Lc 3, 1-18

En el año 15 del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanio tetrarca de Abilene; bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, la palabra de Dios se dirigió a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. (1 Sam.3,1; Jer.1,2;  Ez.1,3¸Mc.1,2-8).                                                     
Y se fue por toda la región del Jordán anunciando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro del profeta Isaías (Is.40,3-5):
“Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus sendas;  todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo torcido se enderezará y lo escabroso se igualará.Y verá todo mortal la salvación de Dios” ( Sl 67,3)

A la multitud que acudía para ser bautizada por él decía: «Raza de víboras (Is.59,5), ¿quién os ha enseñado a huir de la ira que se avecina? (Sof.1,15)  Dad, frutos dignos de conversión, y no vayais diciendo en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham" (Jn.8,31-40; Rm.9,7-8)); porque os digo que Dios puede de estas piedras sacar hijos para Abraham. Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.» (Mal 3,19.23)
La multitud le preguntaba: «¿Qué debemos hacer?» (Hch.2,37)
Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo.» (Is.58,7; Mt.5,40.42; Lc.6,29-30; St.2,15-17)
Vinieron también publicanos (Lc.7,29) a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?» El les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado.» (Lc.19,1-10)           
Le preguntaron también unos soldados: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?»
El les dijo: «No maltratéis, ni denunciéis a nadie, y contentaos con vuestra paga.»

Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Mesías,  respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego (Hch.2,3-4). En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.» (Mal.3,19)
 Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia (Lc.2,10)
Pero Herodes, el tetrarca, reprendido por Juan por el asunto de Herodías la mujer de su hermano, y por todas las malas acciones que había hecho, añadió a todas ellas la de encerrar a Juan en la cárcel. (Mc 6,17-29)

CUANDO LEAS

Observa la introducción a la escena: cómo está encuadrada en el espacio y en el tiempo.  Por una parte la historia de la humanidad fuera del ámbito judío: el año quince de Tiberio César, con un gobernador, Poncio Pilato en Judea, por otra parte el mundo judío representado por los Sumos Sacerdotes Anás y Caifás, y los tres tetrarcas, hijos de Herodes el Grande. El espacio donde se desarrolla todo el episodio es el desierto y toda la región del Jordán.
El desierto: lugar querido y privilegiado para Israel, lugar de la Alianza con Dios, del caminar de Dios con su pueblo.
El Jordán: el río que hay que vadear para poder entrar en la tierra prometida, para volver a la tierra, el río en el que, bañándose, se curó Naamán de su lepra.
Fíjate en la profecía de Isaías que cierra la introducción, en la acción que indican los verbos: preparad, allanad, será rellenado, será rebajado, se enderezará, se igualará...hasta llegar al resultado final: y verá todo mortal. ¿Quiénes son los sujetos de estas acciones?¿qué movimiento indican?

Mira después la escena principal: Los personajes: Juan, la multitud, los publicanos, los fariseos, todos... ¿Qué hacen? Observa detenidamente el diálogo que se instaura. Tres veces la misma pregunta y una respuesta diferente cada vez con un fondo común. Trata de comprender el sentido de cada una de las respuestas.
Al final no hay pregunta pero Juan responde. Lee con atención esa respuesta que habla del presente, del futuro y  es profecía. ¿Qué anuncia en concreto Juan?

CUANDO MEDITES

Siéntete dentro de la escena. Oye a Juan Bautista hablar como profeta, escucha su decisión y su valentía, oye su anuncio. Pregúntate también tu “Y yo, ¿qué debo hacer?”. Escucha atentamente, es importante que escuches desde tu realidad concreta, desde el hoy de tu vida. Ábrete después a la respuesta que te hablará de fraternidad, de rectitud, de reconciliación... teniendo en cuenta lo que tú vives.
Profundiza también en la persona del Bautista, en su ser de profeta, en el precio de su misión y en su valentía al realizarla.  Hoy la Palabra de Dios se dirige a ti. Cada uno de nosotros es un profeta.

CUANDO RESPONDAS A DIOS CON LA ORACIÓN


Pide al Señor que te conceda el deseo de preparar sus caminos, de contribuir con tu vida, tu acción, tu palabra a que su proyecto sobre el mundo se haga realidad. Desea recibir el Espíritu y el fuego que te darán valentía y decisión. Da gracias por tantas personas que se comprometen en este proyecto en el mundo. Por tantos que saben dar incluso la vida por aquello en lo que creen, por los que están dispuestos a una verdadera conversión. Alaba a Dios porque su salvación es para todos, porque su venida es la salvación de todo mortal y eso es Buena Noticia.

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Equipo de Lectio Divina de la UPComillas 

lunes, 5 de agosto de 2013

La presentación de Jesús en el templo. Perdido entre los doctores

Lectio divina de Lc 2,22-52 

(1ª) Cuando llegó el tiempo de su purificación, conforme a la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor –así lo prescribe la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor– y para hacer la ofrenda que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones [Lv 12,8].
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que esperaba el consuelo de Israel y se guiaba por el Espíritu Santo. Le había comunicado el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando los padres introducían al niño Jesús para cumplir con él lo mandado en la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
Ahora, Señor, puedes despedir a tu siervo
en paz, según tu promesa,
porque mis ojos han visto esta salvación [Is 40,5]
que has colocado ante todas las gentes:
como luz para alumbrar a las naciones [Is 49,6]
y gloria de tu pueblo, Israel.

Su padre y su madre estaban admirados por lo que decía acerca del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
Mira: éste está puesto para que todos en Israel caigan o se levanten;
será una bandera discutida
mientras que a ti una espada te atravesará el alma
así quedará patente lo que todos piensan.

Estaba allí la profetisa Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad avanzada, había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro. No se apartaba del templo, sirviendo noche y día con oraciones y ayunos. Se presentó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a cuantos aguardaban el rescate de Jerusalén.
Cumplidos todos los preceptos de la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de saber; y el favor de Dios lo acompañaba.

(2ª) Por las fiestas de Pascua iban sus padres todos los años a Jerusalén [Dt 16,1-8]. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre. Al terminar esta, mientras ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Pensando que iba en la caravana, hicieron una jornada de camino y se pusieron a buscarlo entre parientes y conocidos. Al no encontrarlo, volvieron en su busca a Jerusalén.
Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban atónitos ante su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, se quedaron desconcertados, y su madre le dijo:
Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.
El replicó: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo tengo que estar en la casa de mi Padre?
Ellos no entendieron lo que les dijo. Bajó con ellos, fue a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre lo guardaba todo en su interior. Jesús progresaba en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.

TRASFONDO DE LECTURA

Comienza observando que el texto tiene dos partes. Están señaladas. Los dos relatos se parecen bastante. Pero tienes que fijarte en los detalles, especialmente, en la insistencia por parte de Lucas de que la ley y los profetas se cumplen en Jesús
El primer bloque (1ª) se refiere a la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén. Lo llevan sus padres según lo previsto por la Ley de Moisés. Es la costumbre. Puede dividirse en cuatro partes:
1.Escena en la que José y María llevan al niño Jesús al templo de Jerusalén.
2.Recibimiento del niño por Simeón y doble oráculo sobre el destino del niño.
3.Recibimiento del niño por la profetisa Ana.
4.Conclusión, que comprende el regreso a Nazaret, y apostilla sobre el crecimiento del niño.
El segundo bloque (2ª), cuando Jesús tiene unos doce años, sube de nuevo a Jerusalén para la fiesta de Pascua. Es también la costumbre. Pero los detalles de la estancia en Jerusalén son muy diferentes al texto anterior. Aquí lo importante no es tanto la ‘presentación’ cuanto que Jesús ‘se pierde’... Y, claro está, viene la consiguiente preocupación de María y José. También puede dividirse en cuatro partes:
1.Jesús y sus padres suben a Jerusalén.
2.Los padres pierden a Jesús y lo buscan.
3.Los padres encuentran a Jesús y se quedan desconcertados. Jesús responde subrayando las exigencias de su Padre.
4.Conclusión: Jesús baja con sus padres a Nazaret, y de nuevo la apostilla sobre el crecimiento del joven Jesús.

MEDITACIÓN

* La ida a Jerusalén cumple una ley que dice que a partir de los 12 años, todo judío tenía que ir por Pascua al templo. Hay un rito y para un judío este “ir a la casa del Señor” era todo júbilo, alegría. ¿Qué sentirá Jesús al saber que va a la casa de su Padre?...
* Jesús nos enseña que toda vida espiritual tiene que aceptar la ley.“Las vivencias más hondas del amor deben reflejarse en unos preceptos” (K.Rahner). ¿Qué sentirá el corazón de este Niño al acercarse a Jerusalén, él que tenía tan presente su filiación?...
* Subida a Jerusalén, siempre es subida, camino ascendente hacia la cruz. Jesús se queda en el templo, con la consiguiente sorpresa y desconcierto de sus padres. Sorpresa y dolor. El discernimiento de Jesús se mueve entre la sorpresa y el dolor. Jesús era consciente de donde tenía que estar. ¿Cómo estará María?... ¿Y José?...
* Desconcierto. Porque la voluntad de Dios era que estuviera en el templo y que los padres, angustiados, lo buscaran. Y este desconcierto y misterio provoca dolor. Jesús experimenta ya desde pequeño lo que es el dolor, al ver así a sus padres. ¡Cuántas veces a nosotros,...!
* Jesús, sabiduría divina, ahora se encuentra entre los doctores. Quiere estar en las cosas de su Padre. En medio de la tranquilidad de los años, un anuncio profético que hay que hacer en total independencia (de la familia, etc.). Es la voluntad del Padre que se hace en esa ruptura total, por muy sagrado que sean los vínculos que tenga. Su Padre es el Único Absoluto. Incluso los afectos más santos, todo esta supeditado, subordinado a la voluntad del Padre. ¡Adentrarse en ese desgarro de Jesús!. “La salvación nos llega cuando nos entregamos de una forma ferviente a las cosas del Padre” (K.Rahner).“Dios es nunca bastante” (Francisco de Asís).

ORACIÓN

Como siempre, cuéntale ahora a Dios lo que estas sintiendo: tu ilusión, tu miedo, tu decepción, tu esperanza. Ábrete a él en fe, acción de gracias, súplica, ofrecimiento, confianza, aceptación... Pregúntale alguna duda que te quede y espera su respuesta. Formula alguna pregunta que él te hace y respóndele.
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Equipo de Lectio Divina de la UPComillas  

domingo, 4 de agosto de 2013

El nacimiento de Jesús

Lectio divina de Lucas 2,1-21

En aquellos días salió un decreto del emperador Augusto ordenando que se empadronasen todos los habitantes del imperio (2 Sam.24).  Este censo fue el primero que se hizo durante el mandato de Quirino, gobernador de Siria.  Todos iban a empadronarse, cada uno a su ciudad.
También José subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén (Miq.5,1-2) por ser de la casa y familia de David (Lc.1,27), para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
Y mientras estaban allí a María se le cumplieron los días para dar a luz y dio a luz a su hijo primogénito (Col.1,15), lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre (2 Sam.7,8), porque no habían encontrado sitio en el albergue. 

Había en aquellos campos unos pastores que pasaban la noche (Is.9,11)  al raso y se turnaban  velando su rebaño. Un ángel del Señor se les apareció (Gn.16,7) y la gloria del Señor los envolvió con su luz (Ex.24,16).  Quedaron sobrecogidos con un gran temor (Lc.9,34), pero el ángel les dijo: - No temáis, os traigo la buena noticia de una gran alegría (Is.52,7), que es también para todo el pueblo: Os ha nacido hoy (Sl.2,7) un Salvador, que es el Mesías, el Señor, en la ciudad de David. Esto os servirá de señal (Lc.1,20.36): Encontraréis un niño (Is.7,14) envuelto en pañales y acostado en un pesebre (1Cor.1,22-25).
Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en las alturas  (Lc.19,38; Sl.29,9) y en la tierra paz a los hombres que El ama”.
Y cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: Vamos a Belén para ver esas cosas que han sucedido y que el Señor nos ha comunicado.
Fueron deprisa y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre.  Al verlo, comunicaron las cosas que les habían dicho a cerca de este niño. 
Y cuantos escuchaban se quedaban admirados por lo que decían los pastores. 
María, por su parte, guardaba todos estas cosas y las meditaba en su corazón (Lc.2,51). 
Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios porque todo lo que habían visto y oído correspondía a cuanto les habían dicho.
Y cuando se cumplieron los ocho días para la circuncisión, le pusieron el nombre de Jesús ( Lc.2, 11; Mt.1,21; Lc.1,31), como lo había llamado el ángel ya antes de su concepción.

CUANDO LEAS

Fíjate en las tres escenas en las que se divide el texto: Introducción; Nacimiento de Jesús (en Belén); Anunciación a los pastores (en los campos); los pastores junto al niño(nuevamente en Belén).
Observa los lugares y  los tiempos. Todo es significativo.
LUGARES: todo el imperio, Siria, Nazaret de Galilea, Belén de Judá la ciudad de David, un pesebre, un albergue, unos campos, el cielo y la tierra.  Al principio la panorámica es muy amplia, desde “todo el imperio”, focalizamos cada vez algo más pequeño, más concreto, más familiar:  pequeños pueblos, campos, un albergue, un pesebre, hasta el vientre mismo de una joven madre.  Al final del texto el coro de los ángeles vuelve a ampliar la panorámica, es que la Buena Noticia que anuncian, interesa al cielo y a la  tierra.
TIEMPOS: El texto nos sitúa “en aquellos días”, para enlazar con todo lo que se está diciendo en el texto de Lucas hasta entonces, en los días del nacimiento de Juan, de las dos anunciaciones, de la visitación... A María se le cumplieron los días para dar a luz.  No solamente le llegó el momento, con una perspectiva meramente temporal, de algo que normalmente debe suceder, sino que lo que ocurrió fue un cumplimiento de algo que “tenía” que pasar.
Los pastores “de noche” velan. Son los representantes de toda la humanidad, que en tinieblas, espera que sobre ella brille una gran luz Is.9,11. El anuncio del ángel, la Buena Noticia que trae es para HOY. Un presente teológico que es el tiempo de la intervención favorable de Dios.
Fíjate también en LOS PERSONAJES y date cuenta de lo que se dice de ellos: Augusto emperador, dueño y señor de todos y de todo que da orden de censar toda la tierra. José, de la familia de David que cumple ordenes, entrando así en una obediencia a las leyes sociales de su tiempo. María que sigue al esposo solidaria en la misma obediencia, independientemente de su estado de gravidez tan avanzado. La veremos también al final de nuestro texto como quien GUARDA Y MEDITA los acontecimientos en el corazón. Un niño que nace, que entra en la historia de los hombres de forma muy sencilla, muy humilde, pero del que se dirá que es: El SALVADOR, EL MESÍAS, EL SEÑOR, títulos que el judaísmo daba a Dios. Los pastores, gente sencilla, algo marginal en aquellos tiempos, que duermen al raso y vigilan por turno el rebaño, testigos de una manifestación extraordinaria de Dios (teofanía) y de un mensaje de alegría universal que los convierte en mensajeros presurosos a la vez que testigos. Un ángel del Señor, un mensajero. El Antiguo Testamento, a veces, habla así del mismo Dios. La multitud del ejército celestial que alaba, los que escuchan en Belén que se quedan admirados.

CUANDO MEDITES

Ve recorriendo el texto en tu interior por escenas. Repite muy lentamente las palabras, procura sentirlas y no solo decirlas, conserva y guarda como María, revive los distintos momentos mientras vas pronunciando el texto. Da espacio al experimentar, al sentir, deja que resuenen las palabras en tu interior y te hablen personalmente.

RESPONDE CON LA ORACIÓN


Desde la Palabra que has recibido habla con el Señor, toma parte del coro de los ángeles, alaba, da gracias, alégrate con los pastores, recibe el mensaje de salvación, de paz y de amor y pídelo para el mundo, para ti, para los cercanos y los lejanos. 

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Equipo de Lectio Divina de la UPComillas 

sábado, 3 de agosto de 2013

La visita a Isabel y el cántico del Magnificat

Lectura orante de Lc 1,39-56

En aquellos días, levantándose María se encaminó a toda prisa a la montaña, a una ciudad de Judea; y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio saltos en su vientre e Isabel se llenó de Espíritu Santo y exclamó con una gran voz: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Y ¿de dónde a mí esto, que venga a mí la madre de mi Señor? Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio saltos de alegría en mi vientre. ¡Y dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que se le ha prometido de parte del Señor!
Y María dijo:
Engrandece mi alma al Señor,
 y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
porque se  fijó en la humillación de su esclava;
pues mirad, desde ahora me felicitarán todas las generaciones
porque hizo en mi favor grandes cosas el Poderoso,
su nombre es Santo
y su misericordia por generaciones y generaciones
para aquellos que le temen
Hace proezas con su brazo
dispersa a los soberbios de corazón
derriba de los tronos a los poderosos
y levanta a los humildes,
llena de bienes a los hambrientos
y despide vacíos a los ricos
Acoge a Israel, su siervo,
recordando la misericordia
tal como lo prometió a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia eternamente.

María se quedó con ella unos tres meses y después volvió a su casa. 

CUANDO LEAS 

Observa las dos partes del texto: la primera, el encuentro de María e Isabel; la segunda, el cántico de María. Fíjate en los verbos y en sus protagonistas.

Constata  lo que sabes al terminar de leer la escena:
- Acerca de Isabel: ha sido capaz de interpretar la señal recibida de su hijo de que está en la presencia del Señor y, yendo más allá de las apariencias (lo que sus ojos “ven” en María es a su joven pariente de Nazaret), su fe la proclama: Madre de mi Señor, bendita y dichosa. En su felicitación no usa la persona tú, sino la tercera persona: “Dichosa la que ha creído” y eso insinúa una situación de felicidad que puede repetirse en todos los que crean.
- Acerca de María: es ella la que ha tomado la iniciativa de ponerse en camino (el verbo “levantarse” es el que se usa para la Resurrección) y lo hace a toda prisa, indicándonos algo de su actitud interior de prontitud y disponibilidad. Su voz llena de Espíritu Santo a Isabel y hace que el niño da saltos de gozo en su seno. Se nos revela como Madre del Señor y  como bendita (prolongación de las palabras del ángel en la Anunciación), y dichosa (anticipación de la proclamación de las bienaventuranzas). Estos títulos aluden a aspectos más profundos y receptivos que el de sus acciones y nos anuncian que su identidad más profunda consiste en su relación con Dios y su fe en El: la  Madre del Señor tiene también como nombre: “la que ha creído”.

En la segunda parte, el cántico nos hace comprender que la alegría y la alabanza de María nacen de saberse mirada por el Señor: por eso es capaz de ponerse a contemplar el mundo con Su misma mirada. Es Él quien hace cosas grandes y a ella no le queda más que “engrandecerle” y dejarle a El todo el espacio y todo el protagonismo.
- Acerca de Dios: aparece dos veces (la repetición es la manera bíblica de subrayar la importancia de una idea) como sujeto del verbo prometer;   en el cántico recibe estos títulos: Señor, Salvador, Santo, Poderoso y se hace referencia dos veces a su misericordia. Sus acciones nos revelan algo de sus “costumbres y preferencias”,  las mismas que contemplaremos en  Jesús a lo largo de todo el Evangelio. 

CUANDO MEDITES 

Mira a las dos mujeres portadoras de un misterio de vida, habitadas por una vida en semilla:
- las dos atentas: María a la noticia de que Isabel, la estéril, espera un hijo; Isabel, a la voz de María, a la vida invisible que lleva dentro
- las dos van más allá de ellas mismas: María sale de Galilea; Isabel va más allá de lo que ve: llama a María “Madre de mi Señor”
- cada una da, recibe y aprende de la otra: María, su saludo y su servicio; Isabel, su reconocimiento, su bendición y su proclamación de felicidad
- cada una conduce a la otra más allá de sí misma: María pro-voca la fe de Isabel y que se llene de Espíritu Santo; Isabel pro-voca a María para que cante el Magnificat.

CUANDO ORES

- Siéntete, como María, bajo la mirada del Dios que te envuelve en su misericordia y déjate inundar por el gozo que desborda de toda la escena.
-Agradece la Vida de la que eres portador/a, el “fruto” de la acción de Dios que está ya presente en ti. Pídele ser capaz de reconocer esa presencia y esa Vida en los demás.
- Déjate contagiar por su manera de contemplar el mundo y por sus preferencias.
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Equipo de Lectio Divina de la UPComillas 


viernes, 2 de agosto de 2013

El anuncio a María

LECTURA  ORANTE  DE  Lc 1,26-38

A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea que se llamaba Nazaret, a una virgen prometida a un hombre de la estirpe de David, de nombre José; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando donde ella, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Ella se turbó al oír estas palabras, preguntándose qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: No temas, María, porque has conseguido el favor divino. Vas a concebir,  darás a luz un hijo y le llamarás de nombre Jesús. Él será grande, y se llamará  hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su padre. (Él) reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin.
María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, si yo no vivo con un hombre?
El ángel contestó: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso al que va a nacer lo llamarán “Consagrado”, Hijo de Dios. Ahí está tu parienta Isabel: a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y a la que llamaban estéril está ya de seis meses. Para Dios no hay nada imposible.
María contestó: Aquí está la esclava del Señor. Y el ángel la dejó. 

Trasfondo a la lectura

Algunos cuadros de la Anunciación presentan a María leyendo las Escrituras en el momento en que el ángel se le aparece. Estaría leyendo las profecías mesiánicas que prometían la llegada de un Mesías, de un Salvador.  Su corazón oraba pidiendo su pronta venida.  La lectura de la Palabra es el contexto en que Dios puede también llegar a nosotros como a María con un mensaje.  Lo que Dios quiere decirte esta tarde está ahí escrito.  Léelo despacio.  No te pierdas detalle.  Busca por los rin­cones. Hazle preguntas al texto.  Deja que el texto te haga preguntas a ti. ¿Dónde entras tú en el cumplimiento de esas profecías?
Se trata de un relato de “Anunciación” según un género literario muy esquematizado, y puesto en paralelo con la anunciación de Zacarías que leímos la semana pasada. Dios manifiesta su mensaje por medio de Gabriel. La vidente se turba (v. 29 = 12). Gabriel dice: “No temas” (v 30 = 13). “Darás a luz un hijo y le llamarás” (v 31 = 13). “Será grande” (v 32 = 15). Pregunta del vidente (v.34 = 18). Un signo (v. 36 = 20).
El Salvador no viene del cielo en una cápsula espacial.  No será un extraterrestre.  Brota de la tierra. Es uno de nuestra raza. Es respuesta a una promesa de Dios y a la esperanza de un pueblo, Israel. María es su vínculo con nuestra naturaleza y nuestra historia. Pero al mismo tiempo es un don de Dios y no de la fuerza generativa del hombre. “La fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra”. Encabeza una humanidad nueva, un nuevo comienzo. Hijo de Adán, pero nuevo Adán (3,38).

Meditación

¿Qué se dice de María?
¿Por qué ha encontrado María gracia a los ojos de Dios.  ¿Cuáles son los criterios de elección de Dios? ¿Por qué escogió una muchacha virgen de Nazaret? ¿Qué te sugiere la palabra Nazaret? ¿De Nazaret puede salir algo bueno? ¿Cómo contrastan los criterios de elección de Dios con los nuestros?

¿Qué se dice del niño? Las palabras del ángel están inspiradas en 2 Samuel 7,9-16) y ven en el niño el cumplimiento de las promesas hechas a David, así como las palabras dichas sobre el Bautista eran el cumplimiento de Malaquías 3,1-3. 23.24 y sus promesas para los sacerdotes de Leví.

María se turba. ¿Por qué? ¿Sorpresa, desconcierto, estremecimiento?. Se turbó Herodes (Mt 2,3), Zacarías (Lc 1,12), los de Emaús (Lc 24,38). Pero la voz la tranquiliza y sigue pidiendo su disponibilidad.  Equivale al desconcierto ante algo que viene a alterar súbitamente nuestros planes y que no sabemos comprender del todo. Comparar su turbación con la nuestra, con nuestros miedos y perplejidades.

María se pregunta. ¿Cómo encaja este proyecto en mi realidad presente? ¿Qué sucederá cuando me vean encinta? ¿Quién se creerá mi relato?¿Sabré ser la madre adecuada? ¿Cuáles son mis preguntas? ¿Cómo encajan los panes que Dios me anuncia con la visión previa de mi realidad?

María cree. “Dichosa porque has creído que se cumpliría todo lo que ha dicho el Señor” (Lc 1, 45). Con la fe de Abraham y de los patriarcas, con la fe que se explicita en el capítulo 11 de la carta a los Hebreos. “Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Flp 4,13). “Para Dios no hay nada imposible” (Lc 1, 37). Zacarías no creyó y pidió garantías. María en cambio no se mira a sí misma, a lo que ella puede o no puede, sino a la Palabra que la invita. Creer es abandonarse y comprometerse.

María consiente. “Hágase en mí”. No dice: “Lo voy a hacer”, sino “Hazlo”, “Te doy permiso”. “Consiento a tu voluntad”. El sí de María abre de nuevo las puer­tas del Paraíso que cerró la rebeldía de Eva. En aquél sí se jugaba el futuro del mundo. ¡Qué trascendencia tan grande tienen las decisiones espirituales que se toman en aparente intrascendencia! Las repercusiones de un sí dado a Dios son insospe­chadas. Permiten al Verbo encarnarse para redimir el mundo.

Oración

Cuéntale ahora a Dios lo que estas sintiendo: tu ilusión, tu miedo, tu decepción, tu esperanza. Ábrete a él en fe, acción de gracias, súplica, ofrecimiento, confianza, aceptación... Pregúntale alguna duda que te quede y espera su respuesta.  Formula alguna pregunta que él te hace y respóndele.
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Equipo de Lectio Divina de la UPComillas 


jueves, 1 de agosto de 2013

El anuncio a Zacarías

Lectura orante de  Lc 1, 5-25 

En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote de nombre Zacarías,
del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel. 
Los dos eran rectos a los ojos de Dios y procedían sin falta según los mandamientos
y leyes del Señor.
Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran ya de edad avanzada.

Una vez que Zacarías estaba de servicio en el templo con el grupo de su turno,
le tocó a él el privilegio de entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso. 
La muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.

Se apareció a Zacarías un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. 
Al verlo Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido. 

Pero el ángel le dijo:
No temas, Zacarías, que tu oración ha sido escuchada.
Isabel, tu mujer, te dará un hijo
y tú le pondrás por nombre Juan.
Él será para ti una grandísima alegría,
y serán muchos los que se alegren en su nacimiento.

Porque él va a ser grande delante del Señor,
y no beberá vino ni licor.
y además se llenará del Espíritu Santo desde el vientre de su madre,
y convertirá a muchos israelitas al Señor su Dios.

Él irá por delante del Señor,
Con el espíritu y poder de Elías,
Para volver los corazones de los padres a los hijos
y volver a los rebeldes a la sabiduría de los justos
Preparándole al Señor un pueblo bien dispuesto.

Zacarías replicó al ángel:
¿Qué garantía me das (tú) de eso? Porque yo ya soy viejo y mi mujer de edad avanzada.

El ángel le contestó
Yo soy Gabriel, que asisto en la presencia de Dios.
Él me ha enviado para que te hable y para darte esta buena noticia.
Pues mira te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día que esto suceda,
Por no haber dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.
El pueblo estaba aguardando, extrañado de que Zacarías tardase tanto en el santuario.
Cuando él salió, no podía hablarles,
y ellos comprendieron que en el santuario había tenido una visión.
Él les hacía gestos y seguía mudo.
Al terminar sus días de servicio se volvió a su casa.
Poco después concibió Isabel, su esposa, y estuvo cinco meses sin salir, diciéndose:
Esto se lo debo al Señor
que ahora se ha preocupado de librarme de esta vergüenza mía ante la gente.

Trasfondo a la lectura

Zacarías significa en hebreo: Dios se ha acordado. Isabel significa: Dios ha jurado. Gabriel significa: Dios es mi fuerza generadora.

El evangelio de Lucas comienza en el templo de Jerusalén y termina con los apóstoles en el templo después de la ascensión de Jesús.  Lucas quiere subrayar a la vez la continuidad de la Nueva Alianza con la Antigua, y la ruptura, la novedad radical.
El evangelio de la infancia de Lucas está narrado como un díptico. En paralelo vemos dos anunciaciones, la de Zacarías y la de María; el encuentro de las dos madres; los dos nacimientos de los niños; los dos cánticos de las personas anunciadas: el Benedictus de Zacarías y el Magnificat de María; las dos observaciones de cómo ambos niños crecían.
Pero hay diferencias notables en los dos tableros del díptico: Zacarías e Isabel son muy ancianos. Zacarías está en el templo en un contexto sacral, y es sacerdote. Al principio no cree. Queda mudo y sólo canta después del nacimiento de su hijo. La concepción de Isabel es milagrosa dada su ancianidad, pero es fruto natural de su vida conyugal. Su hijo será sólo el precursor. Contrasta estos datos con lo que sucede en la anunciación de María.
La ancianidad y esterilidad de los primeros personajes quiere representar la situación del pueblo de Israel.  Es un pueblo viejo heredero de pasadas glorias pero que vive ahora en una situación de extrema dureza.  Un pequeño resto se ha mantenido fiel al cumplimiento de la Ley y ha seguido esperando en las promesas de Dios.  Pero es estéril, no puede por sí mismo aportar la salvación que espera. Dios va a irrumpir de un modo sorprendente en sus vidas mientras realizan su liturgia rutinaria, suponiendo que todo iba terminar como de costumbre.
El relato de “anunciación de nacimiento” es un género literario estereotipado en la Biblia que incluye: aparición de un mensajero celeste, saludo, reacción psicológica, misión, objeción, respuesta a la objeción, signo. Compara ambas anunciaciones con la de la madre de Sansón (Jc 13,2-25).

Meditación

- ¿Cómo resuena este relato en tu vida? ¿Has recibido alguna vez alguna promesa de Dios? ¿Cómo reaccionas cuando esa promesa tarda en cumplirse? ¿Sigues frecuentando tus rutinas religiosas aunque a veces parezcan estériles?  ¿En qué medida te sientes, viej@, cansad@ y estéril? ¿Alguna vez has tenido alguna anunciación? ¿Cómo fue? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿En qué se parece a la de Zacarías y en qué fue distinta? ¿Qué fue lo que se te prometió entonces? ¿Compáralo con las cosas que se anuncian acerca de aquel niño. Si estás casad@, relee esta lectura en pareja y formula todas las preguntas en plural.
- Si todavía no has tenido una anunciación ¿cómo te sientes ante la posibilidad de que Dios un día te anuncie algún proyecto para tu vida? ¿Descartas del todo el que pueda suceder? ¿Te sientes decepcionad@ de que nunca te haya pasado nada parecido? Imagínate cómo podría tener lugar.  ¿Qué sentirías: miedo, turbación, desconcierto, entusiasmo, desconfianza? ¿Creerías en ello o pensarías que todo han sido fantasías de tu imaginación? ¿Cómo se lo explicarías a la gente?

Oración

Cuéntale ahora a Dios lo que estas sintiendo: tu ilusión, tu miedo, tu decepción, tu esperanza. Ábrete a él en fe, acción de gracias, súplica, ofrecimiento, confianza, aceptación... Pregúntale alguna duda que te quede y espera su respuesta.  Formula alguna pregunta que él te hace y respóndele.

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Equipo de Lectio Divina de la UPComillas